domingo, 11 de noviembre de 2012

Como un sueño


Estaba nerviosa. Me puse mi atuendo más 
sencillo y bonito para impresionar a 
los padres de Alejandro. 


Al salir de 
mi casa, Anacleta (la muchacha de la 
limpieza) me vio y yo espantada solo le

dije: “¡shhh! Tú no me viste”. Salí muy
preocupada y corriendo para que nadie
más me viera.

Ya eran más de las seis de la tarde. Creo que me había 
retrasado un poco, bueno, no mucho,
solo una hora. Alejandro se encontraba 
ansioso y al verme sonrió y me abrazó. 
Cuando íbamos camino a su casa, con 
una sonrisa misteriosa, me dijo: "Mis 
papás saldrán al anochecer, así que 
estaremos solos". 
En mi mente solo 
pasaban pensamientos maravillosos. 





Cuando llegamos, la familia de 
Alejandro, muy amablemente, me invitó 
a pasar. La comida estaba lista, la 
mesa arreglada a la perfección y la 
atención por parte de ellos sobraba. 
Sus padres se presentaron ante mí. Mis 
nervios se habían calmado. Creí que me 
interrogarían a más no poder, pero no 
fue así. Después de haber terminado 
de comer el postre y de un tiempo de reposo, se levantaron de la mesa y se disculparon por no poder quedarse más tiempo, pues tenían un compromiso muy importante. La mirada de Alejandro cambió de serio-incómodo a sorprendido-feliz.




Cuando ellos se fueron, Alejandro me 
llevó a su recámara y comenzó a decirme 
las palabras más bonitas que nadie 
hubiese imaginado. Puso las canciones 
más románticas que existen y empezó a 
besarme. Parecía un plan perfectamente 
calculado. Sus labios rozaban mi cuerpo. 
Sus caricias, su voz, todo era tan

excitante. Se me fue la noche entera en 
ese gran momento: mi primera vez. Fue 
tan increíble.


En la mañana siguiente, me desperté 
de un gran susto, pues el despertador 
marcaba las cinco am. No podía creerlo.


Tenía que llegar antes de las siete de la mañana 
a mi casa para poder darme un baño,

cambiarme de ropa y para que mis padres 
no se dieran cuenta. Además, mi chofer 
siempre está a las siete horas en punto 
esperándome. 





Mi casa estaba casi al 
otro lado de la ciudad, y después de 
andar de camión en camión llegué a 
las seis y media de la mañana. Corrí a arreglarme. 
Afortunadamente no tuve problemas. Como 
si nada hubiese pasado me fui directo

a la escuela. Todo el camino estuve 
pensando en qué hacer. No sabía si 
presentarle a mis padres a Alejandro.


Al fin y al cabo, decidí hacerlo. Solo
había un problema más: ¿Cómo decirle que
soy adinerada? ¿Cuál será su reacción?

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